Los chatarreros del siglo XX
Antes de que Ferran Adrià deconstruyera la cocina, los
antiguos chatarreros se habían
convertido en una industria dotada de sofisticada
maquinaria para deconstruir los coches, los
electrodomésticos, los cables, la infraestructura de los edificios y cualquier
desecho con componentes metálicos. “Deshacemos lo fabricado por otros para
rescatar los metales, que limpiamos
y revendemos como chatarra de hierro
a las acerías, y chatarra del resto de los metales a las fundiciones. Llegamos
a recuperar metales muy escasos, como el paladio, el oro y el platino de
circuitos y componentes de aparatos eléctricos y electrónicos, que a veces son
microscópicos”, explica Alicia García-Franco, directora general de FER.
Los
chatarreros del siglo XX se
han convertido en las empresas de reciclaje del siglo XXI. Recogen los
desechos con grúas y camiones, los almacenan en instalaciones preparadas para
evitar la contaminación y utilizan maquinaria para rescatar el metal de piezas
que incluso llegan a triturar.
“Somos más de 6.400 empresas con 33.650 empleados,
gestionamos 6,5 millones de toneladas de metales al año, y movemos más de
10.000 millones de euros, la mitad que antes de la crisis”, informa
García-Franco.
El
hundimiento del precio de los metales
y la caída de la siderurgia (el gran cliente de los chatarreros) provocó un
brutal descenso de la actividad a partir de 2011.
Las empresas tienen el
reto de mantener las inversiones en tecnología para cumplir la legislación
medioambiental europea, cada vez más exigente. Se recupera una media del 80% de
los desperdicios y el 100% de los materiales puros, como perfiles de ventanas.
Cada desecho es un mundo. En los vehículos, “recuperábamos el 76% de ellos en
2002, llegamos al 91,5% en 2013, y la última exigencia era recuperar el 95%.
Un
nuevo objetivo europeo es reutilizar, además, el 2% de los electrodomésticos y
equipos electrónicos que llegan a las plantas de recogida. ¿Hasta dónde se
puede llegar? “Investigamos para llegar al 100% del reciclaje, y para ofrecer
una chatarra de gran calidad con la
que aumentar la exportación.
Las
empresas luchan contra la falta de materia prima (los desechos), el
estrechamiento de los márgenes y la competencia de quienes reciclan sin las
medidas de seguridad obligatorias para no contaminar. Sucede en toda Europa.
China
ha pasado de ser el gran comprador de metales
a un suministrador que vende a precios de derribo. Por si fuera poco, la crisis
ha tejido una red ilegal de competidores que achatarran por debajo del coste.
Son ladrones organizados que roban el cobre
de las infraestructuras eléctricas, los metales a los chatarreros legales, y engañan a los consumidores que llevan los
electrodomésticos a los puntos limpios de recogida, para recogerlos antes de la
entrada. La rapiña es adquirida por empresas ilegales que venden la chatarra
más barata.
Cumplir
la normativa europea es un reto, dificultado en España por las diferencias
marcadas por las comunidades autónomas. “Tenemos un millar de normas. La carga
burocrática de comunicar a los organismos de las comunidades autónomas, policía
y guardia civil/policía judicial las entradas, procesos y salidas de chatarra
de nuestras instalaciones cuesta unos 10.000 euros anuales a las empresas
pequeñas, y 25.000 a las medianas”, denuncia García-Franco.
La
caída de los precios de los metales es otro agravante. Las cotizaciones de los metales marcan el precio de venta de la chatarra, mientras se encarece el coste de
limpiar los desechos.
El
precio del hierro (más del 60% de su actividad) se ha hundido desde
2008, arrastrando al precio de la tonelada de chatarra férrica hasta 150 euros
en 2015, un tercio del valor de 2008.
La
escasez de materia prima es un desafío diario. Los chatarreros se nutren de los
recortes de metales industriales, de las demoliciones de los edificios y de los
bienes de consumo recogidos en los desguaces y los puntos limpios.
“España
es tradicionalmente deficitaria en chatarra, se importa la mitad de lo necesitado
en sus acerías, y no podemos suministrarles más porque carecemos de materia
prima. Nuestras plantas trabajan al 40% de su capacidad, y no compensa importar
desechos porque es muy caro transportarlos”, añade el presidente de FER.
La
vuelta al consumo devolverá la materia prima al sector. Los desguaces recogen
700.000 vehículos anuales (un millón antes de la crisis), y las 1.000 plantas
RAEE recogen 210.000 toneladas de electrodomésticos y aparatos electrónicos,
dos tercios de lo recogido en 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario