lunes, 1 de junio de 2015

Trozos de chatarra rodean la Tierra






Entorno a 500.000 trozos de chatarra rodean la Tierra


     Ahora mismo algún trozo de chatarra espacial se esté precipitando sobre la Tierra. Los humanos somos fábricas incansables de residuos, tanto dentro como fuera del planeta. Cada día generamos en el mundo 3,5 toneladas de residuos sólidos, según el estudio del Banco Mundial.

  Pero fuera del planeta… ¿También hemos invadido la órbita de chatarra?

     Si al mirar al cielo pudiéramos ver lo que rodea al planeta azul, nos sorprendería comprobar que sobre nuestras cabezas circulan más de 500.000 trozos de chatarra espacial. Estos residuos son restos de satélites y cohetes obsoletos, que vagan como barcos sin gravedad a la deriva.
     Estos gigantes de titanio están alrededor de la órbita terrestre, y en los mapas de la NASA se muestran como millones de puntos, entre los que parece difícil encontrar un hueco.
     Al verlos, se hace patente la vulnerabilidad de la Tierra en la inmensidad del universo y nos surgen preguntas sobre la integridad de los humanos y la gestión de toda esta chatarra espacial que nos rodea. Los expertos ofrecen algunas respuestas.


                               ¿La basura espacial nos supone un riesgo?

     La atmósfera es un escudo protector ante cualquier objeto que se dirija a nuestra trayectoria terrestre con riesgo de colisión. Esta capa gaseosa, compuesta por oxígeno y nitrógeno, tiene un gran poder desintegrador con los intrusos que la atraviesan, gracias al roce que se produce con ellos al entrar a gran velocidad.
     Los objetos con un peso inferior a 2 Tn no suponen un riesgo de colisión para la Tierra, ya que quedan pulverizados por la atmósfera.
     Las toneladas de chatarra que bailan alrededor de nuestra órbita suponen un pequeñísimo riesgo para el planeta azul y sus habitantes, pero no por ello resulta inexistente. Parte de un tanque de titanio puede sobrevivir a la abrasión atmosférica, porque se trata de un metal muy resistente. De hecho, ha habido casos de localización de fragmentos en la Tierra.
     Nuestro planeta está rodeado de 6.000 toneladas de restos de satélites, cohetes y estaciones espaciales, de los que 2.500 toneladas son fragmentos pequeños (alrededor de un centímetro). Es el caso de algunos cables de cobre de los satélites de comunicaciones por radio, gotas de combustible congeladas, restos de pintura de los satélites o trozos de los motores de los cohetes que liberan micro-partículas de óxido de aluminio al espacio"
      Todos estos artefactos gravitan a una distancia de entre 300 y 2.000 kilómetros sobre nuestras cabezas.
      Desde que en 1957 se produjo el lanzamiento del primer satélite, las agencias espaciales han llevado a cabo una intensa actividad con fines científicos o militares. Entre ellos, el conocido satélite Meteosat, gracias al cual el tiempo es mucho más previsible. Pero hasta hace poco, el mundo de la aeronáutica no empezó a mostrar una preocupación real por el riesgo que supone para la Tierra la presencia de los residuos espaciales.
     Fue en el año 2009 cuando se reconoció la basura espacial como un problema prioritario por las probabilidades de riesgo para la población de la Tierra. La razón es que ese año se produjo una colisión entre dos satélites que provocó miles de restos descontrolados en nuestra atmósfera.


                                        ¿Cómo y quién gestiona esta chatarra?

     Quien contamina, paga. Esta máxima también se pretende aplicar fuera de la Tierra. Existen tratados espaciales internacionales en los que se especifica que los daños provocados por la basura espacial son responsabilidad de la agencia espacial y su país. Ellos tendrán que asumir los costes de la descontaminación, limpieza y desperfectos provocados.

En caso de que cayera un objeto de gran tamaño a la Tierra, ¿qué margen de reacción tendrían los expertos para proteger el planeta?

      Las estaciones espaciales, por su tamaño, más de dos toneladas de peso, supondrían un riesgo si se precipitaran sobre la Tierra. Estas instalaciones no levitan a la deriva al modo de los trozos pequeños. Tienen un seguimiento exhaustivo, como en el caso de la MIR rusa, que se desvió desde la Tierra para que cayera en el océano Pacífico y no causara ningún daño.
     Los expertos aseguran que el riesgo del impacto de un objeto del tamaño de una estación espacial, como la MIR, es casi inexistente, pero que en caso de que ocurriera, se lanzaría un cohete para destruirlo; y que el margen de maniobra, antes de producirse el impacto contra la Tierra, sería de unas semanas (menos de cuatro).
     La diferencia entre el presupuesto que se invierte para colocar satélites en el espacio y para limpiar nuestra atmósfera es astronómica. Pero existen diversos proyectos de investigación para despejar la congestión de chatarra que orbita alrededor de la Tierra.



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