El ciclo del reciclaje del aluminio
El
reciclado del aluminio es un proceso
complejo, en el que intervienen diversos factores. Tanto sus canales de
recuperación como sus aplicaciones y mercados presentan múltiples
posibilidades. El papel del recuperador se
convierte en fundamental ya que se encuentra en el centro del proceso y
colabora en forma decisiva para darle el mejor uso posible a un material que
puede ser reciclado prácticamente en un 100%
El aluminio usado llega sobre todo por dos canales:
-
de los
desechos del consumo ya sea doméstico o industrial (por ejemplo,
cables eléctricos, planchas litográficas, latas de bebidas,
otros envases y embalajes, desguace de vehículos, derribos, etc.)
-
de los recortes y virutas que se producen
durante la fabricación de productos de aluminio.
Por lo tanto, para los recuperadores mayoristas, como es el caso de RECEMSA, pueden haber diferentes tipos de proveedores: la industria
en general, fábricas, pequeños talleres, plantas de selección, minoristas, …,
así como una creciente internacionalización del sector.
Existen muchos tipos de aluminio distintos que
se comercializa en el mercado de la recuperación, pero se pueden agrupar
básicamente en cuatro:
-
1- los productos laminados (planchas de construcción, planchas de imprentas, papel de aluminio,
partes de carrocerías de vehículos…),
- 2-
los extrusionados (perfiles
para ventanas, piezas para vehículos…),
- 3-
los aluminios
moldeados ya sea por gravedad o por inyección (piezas para motores, manubrios
de las puertas, etc.)
La industria también clasifica el aluminio en
primario, cuando se extrae de su mineral bauxita, y de segunda fusión, cuando
su materia prima básica son las
chatarras y recortes de
aluminio provenientes de aluminio ya usado y de recortes de fabricación.
Se utiliza aquí el término “chatarra” en sentido
amplio, como desechos de productos metálicos ya utilizados, conscientes de que
el sector recuperador aplica principalmente este término a los desechos de
productos de hierro y acero.
Una vez llega el
aluminio usado al recuperador o chatarrero, éste se encarga de darle la mejor preparación
para su comercialización. En el caso de los mayoristas, por ejemplo, tratan de
estandarizar la calidad del material para el cumplimiento de las
normas nacionales e internacionales que existen en el sector. Para
ello, el comerciante de chatarras tiene que preparar el aluminio, separándolo
de los restos de otros metales y materiales por diversos métodos ( manualmente,
fragmentado, triturado, cizallado, etc..).
Es importante una buena clasificación del aluminio,
para poder darle la mejor salida posible y un mejor uso en las fundiciones con
una materia prima de mejor calidad. La
chatarra suele ser prensada, ya que de esta forma el transporte resulta
mucho más fácil.
Tras estos necesarios procesos, se lleva el material a
una fundición, que puede darle el
mismo uso de origen, o usarlo para fabricar otros objetos. Después el fundidor
o refinador lo convierte, mediante fusión, en lingotes , tochos, productos de
desoxidación…etc.
Como se ha comentado antes, hay muchos tipos de aluminio recuperado, y cada calidad
puede tener salidas diferentes. Según la pureza del material, éste será
utilizado para una aplicación u otra.
Dentro de los productos laminados, nos podemos
encontrar, por ejemplo, con las latas, que se pueden usar para fabricar
aluminio refinado para volver a hacer latas si son nuevas o han sido muy bien
clasificadas a su llegada al recuperador y otros productos de aluminio.
También, dentro de los productos laminados, están los
recortes de fabricación de muy diversas aleaciones, que pueden ser
utilizados para fabricar lingotes de la misma o de diferentes aleaciones.
El aluminio de chapas litográficas y cables eléctricos,
es un aluminio muy puro por lo que su aplicación en el reciclado es bastante
amplia, utilizándose para la fabricación de aleaciones de alta pureza o,
mediante mezcla, para reducir los porcentajes de aleantes presentes en otras
chatarras recuperadas. Dada la versatilidad de utilización de estos materiales
de alta pureza, su precio es el más caro del mercado de la recuperación.
El aluminio cárter
procedente de llantas de coche, culatas, bloques o cárteres de motor, piezas de
fundición, etc., se destina a la fabricación de lingotes con destino a ser
fundidos y moldeados, siendo el porcentaje más alto de los lingotes que se
producen por las plantas de segunda fusión, aproximadamente un 70% del total de
su producción. Las mismas salidas tienen las virutas de aluminio, procedentes
del torneo de piezas fundidas.
Comercializar con aluminio
A la hora de comercializar con el aluminio, hay que tener en cuenta los factores que influyen en su precio. A priori, el más cotizado será siempre el material más puro, como es el caso del aluminio cable, que contiene un 99,7% de pureza, por lo que se puede destinar para cualquier otro uso. Es decir, cuanto más puro es el material, más salidas puede obtener.
El precio está condicionado, además, por los
diferentes materiales aleados que contiene la chatarra. También una parte del
aluminio recuperado, en efecto, puede tener revestimientos, lacados,
etc., con lo que su precio es más bajo por el efecto de las mermas y por los
sofisticados sistemas de filtrado de humos que encarecen el reciclado. También
hay que tener en cuenta que el aluminio está sujeto a la cotización de la Bolsa
de Metales de Londres o LME y del dólar diariamente.
Este
hecho condiciona también el proceso del reciclaje, ya que cuando los precios
caen se recupera menos material. En cualquier caso, gracias a que cotiza en
Bolsa (LME), el del aluminio es un
mercado abierto, por lo que los precios son los mismos en cualquier parte del
mundo. Eso sí, la ley de la oferta y la demanda, como en cualquier otro sector,
es la que dicta las pautas en cada momento.
El refinador
Las refinerías de aluminio son el último eslabón de la cadena de reciclaje de este material. Normalmente sus compras exceden las 10 toneladas, por lo que sus suministradores son siempre recuperadores mayoristas. Cuando se ha llegado a un acuerdo de compra con ellos, se realizan análisis generales de la materia prima para verificar sus características. Además, cuando el material entra en la refinería, también se analizan muestras de cada camión para evitar introducir en el horno sustancias no indicadas para el proceso de producción de la refinería.
En estas instalaciones, si funden
latas de aluminio, por ejemplo, o cualquier otra chatarra con revestimiento, se produce la combustión de los mismos,
siendo captados los productos de la combustión mediante unos filtros especiales
por los que pasan los humos y así evitar la contaminación atmosférica. Para
fundir este tipo de material se necesitan hornos especiales provistos de instalaciones
de filtraje, que normalmente son más costosas que el propio horno. El producto
final de las refinerías son los lingotes
de aluminio, de medidas y aleación según la demanda del cliente.